lunes, 15 de septiembre de 2014

Calidad vs Cantidad


Cuando nos inscribimos a un programa formativo lo hacemos pensando en que sus contenidos  nos resultarán de utilidad y que al finalizar seremos, si no expertos en ellos, sí capaces de defendernos y empezar a ponerlos en práctica. Piensa en el temario de un curso cualquiera al que hayas asistido recientemente. ¿Se tocaron todos los temas previstos? ¿Con qué profundidad? ¿Aprendiste todo lo que se informaba en esa lista? ¿Eres capaz de llevarlo a la acción?.
 
Situémonos ahora en el papel de diseñar un programa. ¿Es necesario hablar de todo? ¿A qué nivel de detalle debemos llegar? ¿El hecho de añadir un tema al programa quiere decir que conseguiremos provocar ese cambio específico? ¿O tiene que ver más con contentar a quien realizó la demanda? (especialmente en programas para empresas).
 
La formación no es magia, por más puntos que incluyamos en el orden del día esto no quiere decir que los objetivos que deberían subuyacer de los mismos vayan a conseguirse. Si añadimos que en la mayoría de ocasiones es el departamento financiero y no el de formación quien marca la duración de una acción formativa, la regla de menos es más vuelve a ser de enorme utilidad.
 
Algunas ideas para articularla:
 
    Futuro vs pasado.
 
El objetivo es conocer, aprender, entender... qué vamos a hacer a partir de ahora ¿Por qué dedicas gran tiempo a explicar lo que ya sabéis hacer, en especial, si váis a dejar de hacerlo así? Invierte el tiempo en los nuevos procesos, utiliza los antiguos sólo cuando sean un buen andamiaje o para recalcar lo que ya no se debe hacer.
 
    Acción vs justificación.
 
Se va a implementar un nuevo procedimiento, si bien es cierto que explicar las razones por las que se ha tomado la decisión pueden contribuir positivamente a la gestión del cambio ¿es el objetivo de la formación que las personas sepan por qué cambiamos o es cambiar? Si el objetivo es el segundo ¿no tiene más sentido que le dediquemos el mayor tiempo a ello?.
 
    Lo importante necesita más tiempo.
 
El tiempo que le dedicas a un tema suele ser interpretado como la importancia que esa parte tiene en relación al todo. Así pues, ordena las nuevas tareas en función de su grado de importancia (ya sea para el resultado del proceso, para la Organización...) y ten en cuenta este ránking para asignar los tiempos.
 
   Lo esencial
 
Destila tu temario. Observa la lista de temas que vas a tocar y piensa cuáles tienen una relación directa con los pasos básicos a seguir y cuáles son más complementarios, cuáles son más opertativos y cuáles más teóricos. Carga el tiempo en lo básico y operativo.