viernes, 3 de enero de 2014

¿Qué hemos entendido?


Imagina la siguiente situación, estás durante un curso y percibes caras de que algo no se ha entendido. La reacción más frecuente a este hecho suele ser preguntar directamente ¿Hay algo que no se haya entendido? Si bien es cierto que puede funcionar, lo cierto es que, si pensamos en ello, tomamos varios riesgos al formularla:
 
  1. Que nadie conteste porque cuesta reconocer que no se ha entendido algo.
  2. Que, dado que hay algo que no se comprende, no se pueda explicar correctamente la demanda.
  3. Que construyamos una respuesta desde la "no comprensión" y, por lo tanto, no sea la mejor opción.
Otra forma de gestionar estas situaciones es preguntar ¿Qué hemos entendido? lo que nos permitirá:
 
  1. Establecer la línea base de dónde estamos realmente en relación al concepto que se está trabajando en ese momento.
  2. Calibrar la distancia desde ahí al objetivo.
  3. Construir la respuesta desde la integración específica que han hecho los participantes.
  4. Gestionar los gaps de forma más eficiente.
Si las respuestas a nuestra pregunta coinciden con la descricipción correcta del concepto que está encima de la mesa en ese momento, podemos hacer una nueva pregunta a modo de control del tipo ¿Dónde está la dificultad relacionada con este tema? Lo que nos permitirá.
 
  1. Valorar si hay aspectos que no han quedado del todo claros.
  2. Evaluar resistencias a la hora de llevarlo a la acción.
  3. Invitar a la transferencia de los contenidos.