miércoles, 30 de noviembre de 2011

Introducir el elemento competición

Un truco muy útil para potenciar que los participantes permanezcan activos y enganchados al curso es introducir elementos que le den un aire de competición.

Por ejemplo, al inicio del taller podemos establecer grupos de trabajo que serán estables durante toda su duración. A cada grupo le asignaremos un nombre (resulta muy práctico utilizar cartulinas de colores diferentes que identifiquen a cada uno de los equipos) y comentaremos que para conseguir la certificación del curso el grupo del que forman parte deberá alcanzar una cantidad concreta de puntos y que éstos serán asignados por el formador a partir de su participación, comentarios, aportaciones en los ejercicios...

Para mantener vivo ese espíritu de competición es importante tener siempre visible un marcador con la puntuación de cada grupo, ya sea en una hoja de papelógrafo colgada cerca de la pantalla de proyección (si es que utilizamos) o, como hacemos nosotros, plastificar cartulinas de los mismos colores que los que identifican a los equipos y escribir en ellas los puntos con un rotulador para pizarra blanca.

¿Y tú? ¿Cómo lo llevarías a la práctica?

martes, 29 de noviembre de 2011

Comenzar por el principio

Uno de los errores más habituales que cometemos a la hora de diseñar una nueva acción formativa es que no comenzamos por el principio y éste no es otro que definir sus objetivos.

¿Cómo podemos hacerlo? muy sencillo, antes de decidir cómo va a ser el curso, qué contenidos va a tener, qué ejercicios se realizarán... respón a las siguientes preguntas:

1.- ¿Para qué es el curso?

En el mundo de la empresa los motivos por los que se puede poner en marcha una acción formativa son múltiples y no siempre tienen que ver con la formación: para motivar, por cumplimiento de una normativa o compromiso, porque vamos a lanzar un nuevo procedimiento... Así pues, la primera incógnita que debemos despejar para diseñar una acción formativa es cuál es su propósito, ya que éste marcará el tipo de decisiones que tomaremos a continuación.

2.- ¿Qué quieres conseguir?

Una vez establecido el propósito debemos ir a lo operativo, es decir, definir qué cambios específicos esperamos conseguir como resultado de nuestra acción formativa. Aunque, parezca mentira, son legión los cursos a los que he asistido en los que estoy convencido de que esta pregunta no apareció en nigún momento del proceso de diseño.

3.-¿Cuál es el punto de partida?

Ya sabemos cuál es el propósito y hacia dónde vamos, solamente nos queda establecer el punto en el que estamos en este momento. Para ello podemos ser muy sofísticados (ayudándonos de métricas, utilizando cuestionarios...) o muy pragmáticos (planteando asunciones, hablando con personas clave) si bien es cierto que lo realmente importante es que de un modo u otro demos respuesta a la pregunta.

De mi experiencia extraigo que una vez que somos capaces de dar respuesta a estas tres preguntas el resto de pasos vienen solos (o casi) ¿Cuál es la tuya?